29.10.09

XII
Él dijo: sos tan pequeña que podría sostenerte sólo con la palma de mi mano. Él dijo: ahora voy a cuidarte. Él dijo: alguien antes me habló de vos…
Yo le conté de a poco el misterio de mis animales nocturnos, la ceremonia del la herida, alguna música escuchada hace mil edades.
Él dijo: ahora voy a cuidarte. Yo guardé las alas en mi mochila, lo miré despacio, caminé en círculos por la casa desconocida y casi desierta –podía sentir respiraciones heladas en cada rincón-. Y me fui. Antes de que los mismos viejos mastines nos devoraran, para hacernos carroña del olvido.

1 comment:

DonGato said...

Entre los meandros de la memoria, el viento tiene por costumbre soplar en los mismos rincones.