24.10.09

VI
Se impone hablar del silencio. De sus garras. De sus barcos enredados. Del sabor del silencio.
Se impone hablar del silencio cuando ocupa el cuerpo todo, lo invade con murciélagos y con alas de polilla nocturna. Se impone hablar del retorno del silencio. Despertar despacio de ese mundo de gesto y de carencia. De ese mundo pez.
Y de cómo, arañando la palabra despacio, trazo a trazo, juntamos b con h con p con a, hacemos luminosos collares de sonido, terribles collares, cadenas atroces de sonido. Que se miran de cara al silencio, se empequeñecen. Y huyen.

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