XIII
Pierdo el árbol detrás del árbol, la piedra debajo de la piedra. Lo sé, somos el fruto de algún odio viejo y nadie aquí pidió nacer. Y si afirmo vida, miento. Y si me asomo a las cornisas, miento. Alguna ceremonia de tajo de los cuerpos sacará a la noche de su nada absoluta. Pero en la mañana estaremos de nuevo contra nosotros mismos, sin más piel que aquella que sólo nos pertenece.
A veces creo escuchar cómo crece mi pelo… a veces me ensordece el latido del propio corazón.
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